Ella voltea y me mira, y mientras yo disfruto ese momento
congelándome en el tiempo pienso en lo bello que es que ella me mire. Ahora
ella se digna a regalarme una de sus sonrisas, y quizás para ella sea nada,
pero para mí aquello es todo; ahora me pregunto qué seré para ella, qué pensará
en ese breve instante en que me mira y sonríe.
Tal vez me mire y en mí no vea nada, solo un tipo más.
Quizás sea una cosa más en el mundo para ella, tal vez sea insignificante, tal
vez para ella sea nada.
Ella no sabe que cuando la miro es como si mirara el
esplendor de un cielo estrellado, ella no sabe que para mí es la más bella y su
sonrisa una maravilla.
Ella voltea y me mira, sonríe; y yo ilusiono hablarle y
decirle que no hay sonrisa como la de ella, que no hay mirada como la suya y
que no hay amor más grande por ella que el mío.