No sé siquiera si le guste el helado, y si le gusta, no
tengo idea de qué sabor. Tal vez le apasione el helado de chocolate, quizás
disfrute de un helado de nuez.
No sé si le guste la poesía romántica, si le gustan los
cuentos o las películas de terror, no sé si le guste la comida italiana, la
mexicana o cuál es el sabor favorito de su soda.
No sé con qué sueña, ni qué le quita el sueño; no sé lo que
piensa, ni lo que cree.
No sabré lo que le gusta, lo que quiere, lo que espera, por
lo que vive y por lo que muere, pero me sé su voz que guardé en mi corazón
cuando la oí; me sé su mirada, que se dignó a mirarme por un instante en aquella
ocasión y me sé su risa que tuve la dicha de contemplar, apreciar y disfrutar
cuando me la dedicó.
No sabré nada de ti, pero sé muy bien esto de mí: que muero
de ganas por volver a verte, pues desde ese momento en que te vi, supe que tú
eras mi dueña.