Cada mañana pienso en
ti. Te pienso cuando despierto y aún sobre mi cama pienso si habrás despertado
también. Pienso en ti y en si habrás despertado contenta, en si estarás
batallando con tu rebelde cabello o en si mirándote al espejo te miras menos
bonita que ayer. Pienso en ti y en tu belleza, que aunque no sea de revista es
la belleza que me cautiva; pienso en lo bello de tus sentimientos, en lo bello
de tu humor, en lo bello en tus gestos, en tu bella forma de existir.
Pienso en ti cuando se
hace tarde y el sol se empieza a ocultar, como tú cuando te sientes insegura.
Pienso en si habrás tenido un buen día en el trabajo, en si te habrás enojado
con todo el mundo como cuando te sientes agobiada. Pienso en si te habrás quedado
con hambre por no comerte lo que crees podría hacerte ver mal. Pienso en si hoy
no te sentiste valorada por lo que hiciste. Pienso en lo suave de tus manos, lo
dulce de tu aroma, lo bello de tu risa y lo bien que me siento cuando estoy a
tu lado.
Pienso en ti por las
noches, cuando la calma impera en las calles y el bullicio diurno se ha
controlado, cuando acostado sobre mi cama miro el techo de mi habitación e imagino
la forma de tu cara. Pienso en ti y en tus manías, en si ahora lees otra vez tus
libros favoritos, pienso en si como yo ahora sentirás frío y en si escucharás
antes de dormir aquella canción que a ambos nos gusta. Pienso en lo mágico que
es estar pensando en ti.
Pienso en ti cada día,
y pienso, más bien deseo, que allá donde tú te encuentres, pienses también un
poquito en mí.